El emprendedor que ha ganado un premio por conseguir mapear el corazón sin necesidad de cirugía
Andreu Climent, fundador de Corify y socio de AseBio, nos habla sobre la necesidad de una mayor cantidad de datos, de nuevos referentes españoles, de colaboración y financiación para crecer como empresa innovadora, pero también como país
Andreu Climent tiene 39 años, ha nacido en un pueblo cerca de Gandía y siempre le ha gustado entender cómo funcionan las cosas, que sea la electrónica creada por el ser humano o la del propio corazón. Este interés por la complejidad de la biotecnología, le ha llevado a ganar el primer premio del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología con su startup Corify que no cuenta con más de seis personas y que busca a personalizar los tratamientos de las arritmias cardiacas. "Este premio ha sido fundamental para nosotros porque nos permite convencer a los inversores de que no solo se necesita nuestro concepto, si no que además es una idea innovadora", explica.
Un idea innovadora basada en datos
El dispositivo creado, que lleva unos 10 años en la mente del emprendedor y de su equipo, permite registrar lo qué está pasando en el corazón sin recurrir a la cirugía gracias a electrodos pegados al torso y una reconstrucción en 3D. "Antes no había forma de saberlo sin métodos invasivos y ahora estos resultados ayudarán al clínico a tomar la mejor decisión para su paciente, pues estará mucho mejor informado." Durante la operación quirúrgica, el médico también puede identificar cuáles son las regiones del corazón que generan el problema. "Durante una arritmia cardiaca está habiendo 200 latidos por segundo y es imposible que el ojo humano interprete nada. Por primera vez podemos mapear de forma global lo que está pasando y analizar varios minutos de señal y resumir esta información en segundos gracias a los algoritmos", añade Climent.
Uno de los mayores retos es convencer al paciente de que todo está controlado, que puede ir a operarse y que todo saldrá bien. En definitiva, gracias a esa tecnología disruptiva, se generará más información que a su vez aumentará la confianza del paciente y del clínico y la tasa de éxito del tratamiento. "Los datos van a cambiar la medicina", remata Climent.
Climent confía, según sus cálculos y sus expectativas para el año que viene, en que en 2022 arrancará la comercialización en Europa y luego en Estados Unidos con quién ya ha establecido contacto. "Ya estamos teniendo ventas y eso nos ayuda a demostrar que hay necesidad en el mercado", comenta. Pero para llegar a ello, a Corify le falta 1,2 millones de euros que están obteniendo gracias a una ronda de inversión. Otra de las etapas a seguir, es lograr un acuerdo con una empresa que les ayude a distribuir e internacionalizar el dispositivo.
La pandemia abre un camino
La pandemia por la COVID-19, en cierto modo, ha acelerado el proceso, ya que la enfermedad es muy dañina para los pacientes con problemas cardiovasculares. "Tener una arritmia acentúa la probabilidad de morir por COVID", afirma el experto. "Y uno de los efectos de este virus es también el aumento del daño cardiaco", subraya. Por lo tanto, es necesario saber qué ocurre dentro de todos esos pacientes, mejorar su seguimiento y aumentar la cantidad y la calidad de los datos disponibles. "La digitalización del sistema sanitario todavía está costando, pero es fundamental", insiste el entrevistado. "Una de las grandes revoluciones que ya tenemos encima y que tratamos de explotar: la posibilidad de gestionar muchos datos e interpretarlos".
Por otra parte, las vacunas para la COVID-19 han abierto un nuevo camino con la necesidad de ser distribuidas cuanto antes y a la mayor cantidad de población posible. "Esto va a permitir que muchos otros tratamientos que necesiten las mismas condiciones, pasen a ser viables. Todos estos nuevos tratamientos nos permiten modificar la cadena farmacéutica y tener nuevos objetivos", confía Climent. Bajo su punto de vista, es imprescindible ver el sistema en su conjunto y entender que cada nueva tecnología modificará el esquema ya establecido. Pero todo, con el objetivo de optimizar los recursos y de impulsar el cambio para mejorar la vida de las personas.
Algunas puertas siguen selladas
"No puede ser que me sea más fácil poner en marcha un dispositivo en Alemania que hacerlo en España. Este mecanismo de financiación por terceros dificulta que las empresas españolas de verdad tengan un apoyo y primeros clientes en el país", comienza Climent cuando se le pregunta por los mayores obstáculos que tiene para llegar al mercado. "No puede ser que mi producto se valide en hospitales extranjeros antes que en los nuestros", repite. Para paliar este problema, el emprendedor está convencido de que hay una labor necesaria y urgente de colaboración publico privada para el desarrollo de estas tecnologías y su validación. "Pero eso implica el fomento de la innovación dentro de las instituciones. No tenemos que esperar a que lo hagan los Estados Unidos para luego traerlo aquí", ejemplifica. En resumen, el proceso tendría que invertirse.
¿En qué fallamos? "Si uno compara con el resto de países, tenemos un margen de mejora muy grande. Ya se hace muy buena investigación, hay mucha ciencia, pero y hay que potenciarla. Nos da vergüenza explicarles a nuestros compañeros los presupuestos que tenemos en el laboratorio. Una de las cosas que más nos falta como país es inversión privada en I+D+I", opina Climent.
¿Nos falta valentía? "Tú no puedes atreverte sin tener referentes a los que querer imitar. En nuestras tradiciones no hemos valorado los científicos, pero más bien los pintores y los escritores. Sin embargo, si miramos en Alemania, están orgullosos, por ejemplo, de un científico que inventó la maquina al vacío. Es decir que si tu sociedad se construye sobre un relato dónde la innovación científica te ha hecho vivir mejor, no te es difícil entender que vale la pena invertir tus ahorros en ello. Pero nosotros, todavía no lo tenemos en nuestro imaginario colectivo. Todo el mundo, desde mi abuelo hasta yo mismo, pensamos en una vivienda y ser funcionario para sostener nuestro patrimonio. Eso hay que romperlo, no porque esté mal, sino porque no es lo que nos hace falta para ser competitivos y para que la sociedad viva mejor. Y para eso hacen falta referentes. La ciencia tiene que impregnar la sociedad y no se arregla con un decreto ley, pero con una apuesta mayor en investigación para que haya visibilidad social, que las personas vean que, si pueden hacer todo eso, es gracias a ciencia y tecnología, y creo que poco a poco irá calando".
En busca de talento
Otro desafío para el galardonado es encontrar a gente formada y experimentada. "Y eso es fundamental para que los que estemos en el laboratorio podamos dar el salto", relata. "Y ahí por ejemplo, AseBio es fundamental, porque hay en un mismo órgano gente con formación y experiencia que lo han logrado y eso es esencial para que las ideas puedan crecer y surgir". El premiado concluye con una nota esperanzadora. "Ya se ha demostrado que a la sociedad le va bien cuando el número de doctores per cápita aumenta porque entran y dinamizan todos los procesos. A España le pasará. Hay una renovación generacional importante y si somos capaces de aprovecharla tendremos bastantes oportunidades".
Por Agathe Cortes