Reportaje | Por qué es importante coger el tren de la innovación con CRISPR
Cáncer, enfermedades infecciosas, genéticas, alimentación sostenible para todos, plantas resistentes a la sequía, bioeconomía o alimentación funcional. Estas son algunas de las aplicaciones de CRISPR con las que trabajan a diario los socios de AseBio. Hablamos con algunos de ellos
Desde AseBio, queremos empezar por definir qué es CRISPR y, sobre todo, explicar en qué se diferencia de la famosa palabra “transgénico” que tanta polémica ha generado. Los expertos consultados, José Miguel Mulet, investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), y Richard Borreani, responsable de Public Affairs, Science & Sustainability de Bayer Crop Science, distinguen las dos herramientas muy claramente.
La tecnología CRISPR consiste en modificar un genoma de un mismo organismo con la posibilidad de realizar cambios mínimos y específicos, mientras que la otra técnica se basa en añadir un gen ajeno a otro ser vivo para formar un nuevo organismo. “No tiene nada que ver. Decir que es lo mismo es una aberración científica”, precisa Mulet. En parte por eso, Borreani recuerda que es importante que la legislación permita en Europa que la sociedad y los consumidores puedan beneficiar de las ventajas que proporciona esta novedosa tecnología. “Para eso, debemos explicar las cosas bien para que el consumidor entienda. No debemos perder este tren”, añade Borreani.
Nadie pone en cuestión que CRISPR, una herramienta revolucionaria para la ciencia y la innovación, tiene un largo y prometedor viaje por delante. Quedan muchas cosas por descubrir gracias a ella, sin embargo, ya contamos con muchas aplicaciones distintas en marcha. Algunas entidades socias de AseBio están manos a la obra.
Vía libre para el sector sanitario
Dónde los beneficios de CRISPR están muy claros es en la salud humana. En este ámbito, de hecho, las puertas están mucho más abiertas. Simone Calzolari, director general de ZeClinics, lo corrobora. Estas semanas, la compañía ha dado una gran noticia: ha conseguido una licencia para crear modelos de enfermedad del pez cebra editados genéticamente en tan solo tres meses y venderlos a más de 50 clientes para que prueben la eficiencia de sus fármacos y terapias. Sin CRISPR nada de esto sería posible. “CRISPR es la única herramienta que permite hacer ciertas modificaciones que actualmente necesitamos para generar modelos de enfermedades. Es la única forma que hay para generar estos modelos”, asegura Calzolari.
El experto no le ve limite a CRISPR e insiste en que esta metodología permite hacer todo un abanico de enfermedades monogénicas distintas y enfocarse con precisión en los genes implicados. “Por eso, de cara a una crisis sanitaria, CRISPR tiene un futuro muy prometedor. Va a permitir hacer descubrimientos y se podrá utilizar directamente para corregir determinadas anomalías en el genoma del ser humano”, enumera. En resumen, con CRISPR, se abre una posibilidad de curar los pacientes prácticamente al nacer o incluso los mismos adultos. “Tiene un recorrido muy amplio y los reguladores tienen que agilizar el proceso. Tienen que prestar atención para ver este nuevo sistema para curar enfermedades y hacer que llegue al mercado lo antes posible”, remata Calzolari.
Desde el CNIO, Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, trabajan con CRISPR para entender mejor el cáncer y sus consecuencias desde su adaptación como herramienta de edición génica. El equipo de la Dra. Sandra Rodríguez-Perales, jefa de la unidad de Citogenética Molecular y Edición Génica, acaba de publicar un trabajo en el que han planteado el uso directo del sistema CRISPR para eliminar las células tumorales de una forma selectiva. Lo primero que destaca la experta es la versatilidad de la herramienta y su potencial. Vieron muy pronto que es un sistema rápido y que da resultados en meses cuando antes se necesitaban años. “Es un campo que evoluciona tan rápidamente que nos obliga a actualizarnos constantemente. A veces es difícil mantenerte al día de todas las nuevas aplicaciones que van surgiendo. Además, es tan versátil que se puede adaptar para responder a casi cualquier pregunta biológica. Desde el punto de vista biotech, es una herramienta fantástica ya que te permite innumerables aplicaciones”, subraya.
Por todas estas ventajas, la científica cree firmemente que es un sistema que llegará a la clínica. “Pero es un sistema bastante novedoso, con lo que antes de su aplicación en humanos hay que seguir profundizando en su conocimiento para verificar su seguridad. En paralelo al desarrollo de nuevas aplicaciones clínicas, se hace necesario desarrollar mecanismos de control regulatorio”, completa Rodriguez-Perales. El investigador Raúl Torres, perteneciente al mismo laboratorio, se suma a este discurso: “CRISPR al igual que otros tipos de terapias contra el cáncer, como la radio o quimioterapia, no está exento de efectos secundarios. El sistema se tiene que someter a la misma regulación que cualquier otro tipo de terapia innovadora.”, explica.
Puertas selladas para el sector agroalimentario
¿Por qué en el mundo agroalimentario existen tantas barreras cuando en la salud todo parece más despejado? “Porque la gente tiene comida en su nevera”, contesta Mulet sin dudar un segundo. Una terapia, sin embargo, se ve cómo algo más complejo que necesita CRISPR para avanzar y no como un objeto disponible en cientos de ejemplares en un supermercado cada día. Pero la tierra es finita y la población no para de crecer, por lo que CRISPR parece una solución clave para abastecer comida a todo el mundo en los años por venir. “Nuestro gran desafío es poder tener un alimento de calidad, cantidad suficiente, a precios asequibles para todos. No es tan fácil”, advierte Borreani, convencido de que necesitamos la regulación de esta herramienta. “El CRISPR y los transgénicos tienen que estar regulados porque si no, no podremos dar de comer a todo el mundo”, se suma Mulet.
Natac, empresa socia de AseBio clave en el área de la bioeconomía, centra su actividad en la extracción y aislamiento de compuestos bioactivos obtenidos a partir de plantas. “Herramientas como CRISPR y el resto de las técnicas de mejora de plantas de alta precisión van a revolucionar el sector en las próximas décadas. Esta tecnología abre la puerta a poder producir ciertos metabolitos de plantas de manera mucho más eficiente y rentable que de otro modo no sería posible”, cuenta Noela González, directora global de marketing y de ventas de las américas de dicha compañía, en armonía con el resto de los entrevistados. Esta tecnología permitirá apostar por nuevas aplicaciones de cultivos tradicionales, o nuevos cultivos que den lugar a una actividad de alto valor añadido y que podrá posicionar un territorio en la vanguardia de la agricultura. “Sin lugar a duda, es una apuesta de futuro”, añade la experta.
Pese a estas evidencias, las decisiones gubernamentales siguen estancadas. Daniel Ramón Vidal, director de I + D de Biopolis, se muestra muy negativo cuando se trata de cambiar la visión de la Unión Europea (UE). “Ya conozco el histórico de la UE y lo que sucedió con los transgénicos. En sanidad no hay ningún debate para producir una droga, pero aquí se trata de un debate ideológico. Hay toda una serie de interés creados por todos los agentes implicados”, lamenta el experto.
Desde Biopolis, no sacan ningún producto al mercado basado en CRISPR. Es una herramienta que se queda entre los cuatro muros del laboratorio para comprobar el mecanismo de acción de sus probióticos y la molécula responsable de dicho proceso. “Queremos ganar conocimiento sobre lo que vendemos y vender cosas que tengan mucha base científica. Estoy convencido de que CRISPR se va a convertir en una herramienta imprescindible en cualquier laboratorio de investigación. Luego el problema es la aplicación comercial. La UE ha decidido algo y frente a eso poco podemos hacer”, insiste.
Noela González cree también que sería un error que Europa levantase barreras infranqueables a una tecnología como esta, “a todas luces imparable y con un altísimo potencial”. Además, esta tecnología permite obtener productos que son difícilmente distinguibles de productos obtenidos por tecnologías tradicionales. “Por tanto, será difícil poner fronteras eficaces a los productos obtenidos a partir de esta tecnología y con origen en otros países, por lo que Europa quedaría relegada a un segundo lugar”, avisa la directora global de marketing de Natac.
Para Borreani, si queremos evitar esto, la clave es hablar y divulgar, algo que, bajo su punto de vista, faltó en el pasado con los transgénicos: “al entender qué le aporta, la gente acepta la nueva tecnología más fácilmente”. La comunicación es la gran oportunidad que tenemos ahora para enseñar los beneficios de estas tecnologías y está claro que quedan cosas por explicar. Cuando se pregunta a la gente hoy en día “¿qué es CRISPR?”, muchos no saben todavía qué contestar. “La mayoría de la gente no sabe lo que es ni para que sirve”, añade Mulet, reconocido también por su labor de divulgación científica. En definitiva, junto a la generación de conocimiento, el elemento fundamental es que la legislación nos acompañe porque, para todos los expertos consultados, CRISPR es el futuro. “Mientras todo el resto del mundo investiga, aquí debatimos. Tenemos que ponernos en marcha ya”, ultima el investigador.
Por Agathe Cortes