¿Por qué la creación de un Alto Comisionado para Tecnologías Estratégicas Profundas es crucial para el futuro de la industria biotecnológica española?
En un contexto en el que estas innovaciones se están produciendo a gran velocidad, España necesita modernizar programas e instrumentos que permitan aprovechar nuestro potencial científico tecnológico y convertirlo en empresas emergentes que desarrollen innovaciones profundas para garantizar la prosperidad de nuestro país.
El pasado mes de septiembre desde AseBio poníamos en marcha la campaña “Vida a la biotecnología”. Una iniciativa que nacía con el objetivo de poner en valor y dar visibilidad a la biotecnología como industria altamente innovadora y estratégica en nuestro país, en un momento clave para Europa.
Las principales necesidades del sector quedaron recogidas en el Compromiso que elaboramos y que se asienta sobre seis pilares: el reconocimiento de la biotecnología como un sector clave para la autonomía estratégica de España y de Europa; el establecimiento de un fondo para tecnologías profundas estratégicas que fortalezca y maximice el potencial de la industria biotecnológica española; la aceleración de la llegada al mercado de las innovaciones biotecnológicas con instrumentos específicos y una regulación adecuada a su naturaleza e impacto; el impulso del talento para la industria biotecnológica del futuro; el fomento de la I+D biotecnológica a través de modelos colaborativos e incentivos adecuados; y el fortalecimiento del papel de la Administración Pública como motor tractor de la innovación.
Los primeros pasos de la campaña se daban en un momento de inflexión sobre el futuro de Europa. Acontecimientos recientes como la pandemia provocada por la Covid-19, la guerra de Ucrania y los desafíos que plantea el cambio climático, entre otros, han puesto de relieve la existencia de una serie de dependencias estratégicas que han llevado a la Unión Europea a fijar su autonomía como una de sus principales metas. Un horizonte señalado como prioridad por la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que ha puesto en la agenda pública no sólo sus vulnerabilidades y dependencias, sino también la necesidad de una apuesta decidida por el impulso de tecnologías estratégicas que fortalezcan el liderazgo de la Unión.
En este sentido, las tecnologías profundas son clave a la hora de ofrecer respuestas en un entorno en el que las innovaciones se suceden a gran velocidad y tienen un importante impacto en la vida de las personas. Así lo confirmaba a principios del pasado mes de octubre la Comisión Europea al clasificar como “trascendentales” cuatro áreas estratégicas para el futuro de la Unión: biotecnología, semiconductores, inteligencia artificial y tecnología cuántica. Estas cuatro tecnologías han sido seleccionadas por los riesgos de dependencias y amenazas, pero también por su capacidad y naturaleza transformadora y su potencial a la hora de impulsar cambios radicales.
Ante el paso dado por Bruselas y en un contexto en el que los desafíos y oportunidades a los que se enfrentan los gobiernos son cada vez más complejos y requiere una acción conjunta de todos los actores y niveles de gobierno, AseBio, la Asociación Española de la Industria de Semiconductores (AESEMI), la Fundación Cotec y Secpho, clúster de innovación tecnológica, hemos unido nuestros intereses como representantes en España de las distintas tecnologías estratégicas profundas señaladas por la Comisión Europea para solicitar al nuevo Gobierno la creación de un Alto Comisionado para Tecnologías Estratégicas Profundas.
La importancia de las tecnologías profundas o deep tech
Las deep tech son tecnologías vinculadas a la ciencia o a la ingeniería avanzada que ofrecen respuestas a problemas globales. Se caracterizan por su gran dificultad y el elevado coste de su innovación que puede tardar años en llegar al mercado. Además, suelen requerir grandes cantidades de inversión e implican un elevado riesgo.
Las tecnologías profundas se diferencian de otro tipo de innovaciones porque tienen grandes barreras de entrada, pero permiten grandes avances con un impacto significativo en la sociedad y en la industria. Cabe señalar además que su potencial disruptivo y capacidad transformadora las hace estratégicas en términos de innovación, bienestar y progreso social y económico.
En el caso de España las deep tech son una asignatura pendiente de nuestro sistema de I+D. A pesar de que los fondos Next Generation han permitido un impulso sin precedentes a nuestro sistema de ciencia e innovación a través de herramientas como los PERTE (han permitido a nuestro país alcanzar un 1.43% del PIB en inversión en I+D), lo cierto es que este esfuerzo ha tenido un impacto desigual en industrias deep tech, intensas en conocimiento científico avanzado y con grandes barreras de entrada.
En un contexto en el que estas innovaciones se están produciendo a gran velocidad, España necesita modernizar programas e instrumentos que permitan aprovechar nuestro potencial científico tecnológico y convertirlo en empresas emergentes que desarrollen innovaciones profundas para garantizar la prosperidad de nuestro país.
¿Por qué es el momento de un Alto Comisionado para Tecnologías Estratégicas Profundas?
Se trata de un instrumento que obedece a necesidades específicas como las planteadas a lo largo de estas líneas, y sirve para trabajar de manera estratégica y colaborativa en torno a desafíos concretos.
Uno de los mayores beneficios de implementar estas iniciativas es crear un marco general de gobernanza en torno a un problema específico e impulsar la sensibilización social y política sobre el mismo.
El contexto actual es el propicio para la puesta en marcha del Alto Comisionado para Tecnologías Estratégicas Profundas como palanca de impulso del legado de la Presidencia española del Consejo de la UE, de la Ley de Start-ups, como instrumento para posicionar la tecnología en nuestro país e impulsar la Autonomía Estratégica de Europa, acompañar los esfuerzos de la Comisión Europea y mantener el referido impulso que han favorecido los fondos Next-Gen.